miércoles, 25 de noviembre de 2015

Mujeres X

Prosista poeta

















A Mirella S.

Una mujer con su bolígrafo
nos cuenta historias como nadie.
Sin descuidar ningún detalle
vierte su mundo igual que un libro.

En cada página ella late,
con sus imágenes, sus símbolos.
En este tiempo es un delirio
y se decanta a pura sangre.

Llega profundo como un verso
que nos golpea el corazón
porque nos toca con su verbo.

Hoy sus palabras como pájaros
alzan el vuelo en lo interior
y se suspenden cual carámbanos.

Testimoniamos sus heridas
con el abrazo de la tinta.


© Amarante M Matus


martes, 17 de noviembre de 2015

Manifiesto políticamente incorrecto












A veces huyo a refugiarme en mis lecturas;
me pierdo en cuentos, en novelas o poesía
para matar la incandescencia de la umbría
—el odio, el miedo— con su vela y sus criaturas.
Leer no alivia del insomnio y las torturas
que a diario preñan la razón del ser humano
pero me acerca al sufrimiento del hermano
y me coloca a la distancia del prejuicio,
lugar común de aquel que tiene por oficio
andar en todo y condenar con dura mano.














¿Me evado? ¿Corro ante la ola de las balas
que van y vienen en un mar de confusión?
Tan solo busco una pequeña transfusión
que aporte sangre con impulso a estas alas
que quieren paz, asimilar noticias malas;
beber la tinta —solo así pueden volar—
y toda vez que en un discurso ajeno un par
de ideas puedan abrevar durante el diálogo
entonces sí, verter el verbo y su decálogo
sin burdo espíritu de Rey en un altar.












Difícil es guardar mesura en estos días
de red, alianzas y opiniones muy correctas,
donde las reglas, no excepciones, marchan rectas
y ¡Ay!, de aquellas que cancelen membresías:
serán las brujas que arderán en abadías
por renunciar en la palabra, a cierto credo.
Algunos pocos se mantienen con denuedo
y no claudican en su fe casi infernal,
la vocación de descifrar en el umbral,
toda verdad que ha de imponerse con el dedo.














Ayer un niño que escupió la sal del río;
los ojos tristes, el temor en un pequeño
que sin saber, creyó a la muerte con su leño
en esa cámara que vio su entorno frío.
Hoy toca a Francia que dé fe del poderío:
la gran empresa de la imagen cual conciencia
—segunda vez— que ejerce el eco, la omnisciencia
en varios cientos de millones cual borregos
que solo suman al debate como legos
un like en face y una bandera en su apariencia.














Habrá que hacer un algo más menos falaz
para entender que nuestro mundo está podrido;
para salvar nuestra conciencia del olvido
por cada muerte que sucede contumaz
que no aparece en el museo de Alcatraz
por donde alguno se pasea cual turista
que compra y luce el souvenir o la revista
mientras la guía, brevemente, hace una pausa
para nosotros reafirmar la noble causa
que en nuestro hogar, el occidente pasa lista.


Y así firmamos más matanzas. Consentimos
por ignorancia, que otra vida no merece
un funeral con esa luz en la que crece
un gesto noble en esta casa en que vivimos.



© Amarante M Matus

sábado, 7 de noviembre de 2015



Sobre los amantes y la Luna


I

A una luna sin inviernos
rinden culto los amantes,
sin temor y desafiantes,
se columpian en sus cuernos.
Se sacuden bravos tiernos
retando a la gravedad.
Se mienten con la verdad
sin ninguna concesión.
Conviven en su prisión
con rabiosa libertad.


II

Luna, ensalzas sus entregas
de siluetas con aroma
inventándose el idioma
de la fe y las manos ciegas.
Como madre, no les niegas
el influjo de tus luces
cuando se ponen de bruces
y sus pechos humedecen,
en caricias que estremecen
a los mismos tragaluces.

III

Con hilo de lunaciones,
ellos tejen cada hora
en encuentros de la aurora
con añiles emociones.
No tienen más pretensiones
que asaltar un día más,
como todos los demás,
renovando su contrato
que con tino y buen olfato
les confiere un blanco as.

IV

A pesar de la cortinas,
no escapamos a tus ojos
y sin mayores despojos
que la ropa, adivinas
nuestros cuerpos sin vitrinas
amándose enloquecidos.
Somos roces y quejidos,
como gato y gata en celo,
saciando un salvaje anhelo
a la luz de tus latidos.

V

Nos gusta mirar tus fases
cuando hacemos el amor
y nos toca tu fulgor
embrujando nuestras frases.
Tu defines nuestras bases
si sonríes o te escondes,
o es que enorme correspondes
roja o pálida a nosotros.
Si montamos en los potros:
“Yo los miro”, nos respondes.


VI

Tú caminas hacia mí
con la luna que te viste
y un afán que te desviste
con silvestre frenesí.
Cuando loco voy por ti
esa luz que te trastoca
mi deseo descoloca
y se rinde a tus destellos.
Colocamos blancos sellos
y la piel se nos desboca.




VII

Estas ahí, tan serena,
plagada de taciturnos
amores  que esperan turnos,
echadores de la pena.
Das tu ayuda a la condena
de vagar en solitario
a quien busca algún santuario
sin la suerte de encontrarse
y el deseo de  brindarse,
un ritual del cuerpo a diario.


© Amarante M Matus

















Le cantas, Gonzo, a la luna
como un bardo selenita
y ella blanca te dedica
una mirada gatuna.
Tú a su vez, en oportuna
cabriola de buen juglar,
intentas otro cantar
que venza su timidez,
y  ella en su redondez
se desnude en tu mirar.



















Lanza hasta ti su reflejo
y te tatúa una nota
en la cítara que toca
un romance dulce y viejo.
Y tú te quedas perplejo
esperando a que ella baje
a confundirse en tu traje
y en tu cuerpo masculino
y así vestir, sibilino,
en tu piel su camuflaje.




Arrebato de Ovidio More



miércoles, 4 de noviembre de 2015

A Carmen Jiménez

Emociones en color



Un verso tuyo fue el reclamo que detuvo
un viaje gris y ensimismado,
que me traía dando vueltas por un valle
donde no sale el sol, ni estrella alguna asoma.

Con tus imágenes intento una figura
que tenga el gozo y la pasión del artesano
y de puntual respuesta, a tu canción atlántica.

Días y noches me esforcé por este encuentro,
perdía el sueño, mas porfiaba en estas líneas
que son del verbo despertar al ver tus ojos
buscarme cerca de la luz en cada luna.

Y rescataste a la Sirena de Babel
del valle oscuro en que habitaba en un exilio.
Su letra ha vuelto a navegar
gracias a ti y a la emoción de tus palabras en color.



© Amarante M Matus