Ya pasó la visita de este año…
y nuestros
muertos, ya vuelven felices
—por
esta breve pausa
en su
eterna partida—.
Llegaron
del Mictlán
del
campo santo
también
bajaron de los Cielos
como un
mágico soplo
como una
nube que se desvanece,
multiplicándose,
para rozar
los corazones
de sus
deudos, los seres más amados.
Se cierra otro ciclo
y cada
mesa que vistió de cempaxúchitl
mezcal,
papel picado, arroz y mole
se
levanta para reaparecer
una vez
más en el ocaso de las lunas
más
cercanas, más próximas
a cada
espíritu que cruza
por cada
hogar del México profundo y misterioso
con
tradición y arraigo,
en el siguiente
otoño.
Se
cierra el ciclo nuevamente
y la
Catrina de Rivera, la Garbancera de Posada,
regresa
al cementerio a preparar
más
Calaveras
con
acidez, con ironías…
la
chunga en cada verso.
Se van fieles difuntos
reanudan
el viaje
—mas
retornen—
para brindarnos
su alborozo
o
tal vez,
si lo prefieren,
meternos
un buen susto,
que esta
vida y la otra
son una
comunión de luz
y
oscuridad.
© Amarante M Matus
—noviembre
2016—
* Las fotografías son de
una serie llamada “La Llorona en Cuemanco” y pertenecen a los fotógrafos
FotoGrafía V. Armijo y Joa Reza.
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