jueves, 13 de julio de 2023

Sin título

 



Me despedí con emoción de una estudiante.

Voy a extrañar sus comentarios, sus lecturas

y aunque la vida son los ciclos, las clausuras

en un recodo del recuerdo, algún instante

segura-mente llegará con su brillante

don de alegrar la convivencia en la memoria

donde tejieron las palabras una historia.

La del salón de clases. Voces y enunciados,

rostros, consultas, confesiones y hasta enfados.

Sé que el mañana le traerá, solo victorias.

 

Las confidencias y secretos he olvidado

porque la suerte determina el derrotero

y al evocar en la pandora un gatillero

solo permite tirar una vez los dados

pero bocón como lo soy me echo volados

y me permito compartir las experiencias

de adolescente, y ya no tanto, con la audiencia

de aquellos quienes me confían su barullo

e intento dar lo más análogo a un arrullo

que pronto corra por el riel de la conciencia.

 

Su sello fue, cuando exigí: hacer pucheros.

En otras veces, me miraba de soslayo

como ocultándose en las gafas de algún rayo

tras escuchar mis letanías, ¿romanceros?

La volví a ver entre ejemplares y libreros;

no tuve chance de un saludo más su esencia

pudo plegar y convocar a la aquiescencia

de los colores sepia o gris en el daltónico

que busca versos en sus claves del adónico,

el inventor de sus historias con vehemencia.

 

Y ciertamente si de gestos puedo hablar

debo decir que ciertos ojos son el brillo,

la timidez con cierto encanto, su pasillo,

la discreción del día aquel, donde el azar

volteo mi suéter y mi oído sin chistar.

Ya voy sumando a mis apuntes en el diario

cada momento Regalado a mi lunario:

los cumpleaños, chocolates y saludos;

la formación y las sonrisas sin escudos.

Un arcoíris son sus gestos literarios.

 

No fue sencillo acostumbrarme a tres abrazos.

A los desiertos cuesta mucho degustar

la miel. No obstante, esos tres por puro azar

me vencieron así sin más, urdiendo lazos.

A diferencia de los tres primeros trazos

debo admitir que existe un cuarto comensal

en el tablón de la tertulia más genial.

Con diferencia de los otros, él no toma

él, solicita y complementa nuestro axioma:

el del afecto y el respeto a mi portal.

 

Hay dos chiquillas que crearon una historia

si no recuerdo mal, su título es Frida.

Ambas ficciones son la misma glosa unida

desde el talento y la emoción de su oratoria.

Alguna vez les confesé con cierta euforia

“Debo nutrirme en lo que brinda tu cuaderno”

le dije a Arantza; mientras, Ana y su gobierno,

su luz dorada y su sonrisa, no abandonan

la clave ignota de recuerdos que fusionan

la lealtad de su cariño sempiterno.

 

En los recreos me emocionan con su juego.

Tiran y encestan, mientras otros meten gol.

Varios van tras de los balones bajo el sol

y yo en la sombra soy testigo de los egos

unos patean, otros botan… para luego

volver a clase de dibujo o formación.

Detrás quedó cualquier vestigio del triatlón

que significa hacer deporte en los descansos

o practicar el noble oficio, el remanso,

de la tertulia en caminatas e ilusión.

 

Solo Milagros o Pilar, también Raquel

Junto con Alix y Regina, la cuarteta,

dan la batalla al grupo C cuando las reta

a cascaritas en receso, sin cuartel…

un espectáculo sin duda lo es aquel.

Solo en primeros y tercero, este deporte,

goza del éxito en el gusto y el buen porte

que da botar con buena técnica el balón

o con un mínimo de ganas y pasión

como estas niñas que menciono en mi reporte.

 

La conocí sin estallar aún el caos

del que sin duda un poco fui corresponsable.

Debí imponer la autoridad, no ser afable

como lo he sido en el salón donde os quedaos.

Casualidad ¿Mera intuición?, al C abrazaos.

Seguramente estas hipótesis en verso

están erradas y sujetas al transverso.

Es un asunto más sencillo de enunciar:

tu rostro es signo de alegría sin acotar

en este grupo y su ejemplar multi universo.

 

Ellas dos, ambas, cultivaban la alegría

solía hallarlas, casi siempre, en el salón.

Tenían una letanía ¿O un sermón?

¿Cómo estás Prof.? Bien, regular, qué tal el día.

Y les confieso que lo extraño. Su bujía.

Su convivencia conviviendo con mi genio;

mi mal carácter: nada, nada… mi convenio

y ustedes dos arremedándome en la cara.

Debo admitir, la vida es ciclos y algo rara

y divagar es la afición de mis quinquenios.

 

Después el tiempo retocó la palidez

suntuosa, albura… de pintura medieval

con pinceladas de estación primaveral

que mira, ríe y va tiñendo con su tez

casi cualquier entorno gris sin un doblez.

Después la gracia y bonhomía, piel trigueña,

que nos sonríe y amalgama como dueña

en la ocurrencia inteligente una caricia

que hace brotar en las palabras la delicia

algún imán, la afinidad… su marca y señas.

 

En este grupo me encontré con dos lectoras

a la primera ya glosé emocionado

en la segunda pude hallar alucinado

la fantasía en su retórica de auroras,

de aguamarina y personajes de escritora.

Siempre le voy a agradecer este detalle:

el día último de mayo por mi calle

llegó la fiesta por un nuevo aniversario

y de salida en nuestra escuela y en mi anuario

le regaló siete palabras a mi Valle.

 

Para Cesar lo que es de él: mi gratitud

y para Dueñas, algo más: mi admiración.

A Estefanía y compañía mucha flor.

Pao, Zyanya, Padme y Camila toda la luz

para este viaje, en este póquer… un menú.

Darío, Bruno, Ikthan, Franco y Alejandro,

y aún me falta Alexis, ellos en el campo

han cultivado la raíz del compromiso

de donde luego brotarán chulos racimos

Así vislumbro a mis alumnos y les canto.

 

Frida, Regina, Diana —y muchas más que faltan—

son de un altísimo contraste en su amistad

¿La voluntad de un arcoíris? Mucho más.

Y los demás que me faltaron en mi escasa

crónica almática en verdad algo sesgada,

la exploración de simpatías en el arte

de trabajar con personitas sin desviarse

de la tarea primordial en un docente:

ser una guía en el camino, en el césped

que ha de pisar cualquier alumno y su equipaje.


© Amarante M Matus



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