I
Nos convocó para
asamblea
en mi colonia, la
Catrina,
con viejos cuentos
y promesas
nos convenció a los
sufragistas.
¡No! no faltaron
los rebeldes
que por sus normas
lo cuestionan
todo ¡Por Dios, menudo
brete!
Que se buscaron por
sus dogmas…
Pues la huesuda los
raptó
y los llevó al
cementerio
por cuestionar con
tanto ardor,
a la demanda de su
credo.
Desde ese día por
mi barrio
ya no se miran
machos alfa.
Los extinguió la
flaca mano
de la mujer que
ocupa palas
cuando te mira de
costado
y te sonríe en
plena Alba.
De sufragistas ya
no supe
porque ya vivo en
el Dolores.
esto ocurrió por
tanto pulque
que consumí en los
albores
de aquel primero de
noviembre
en el mitote y el
guateque.
II
Por andar de pizpireto
con la nueva
compañera
—que llegó desde
muy lejos
desde allá la
inerte tierra—
me cargó un cuerpo
esquelético
sin saber quién era
ella.
Me estrellé de fea
forma
en el chat de
Iluminatis
donde todo es buena
onda
donde todo es tan volátil
donde halló la luz
mi hora
y calló a mi alegre
lápiz.
Tarde fue cuando la
oí
enfrentarse a los
demás,
que bebían un anís
con un buen plato
de jazz.
La primera fue
Anamar
que charlo muy bien
de mí.
Ella hablo de mis
virtudes
que escuchaba, la
Catrina,
esa dama de
costumbres
de noviembre y con
sombrilla,
mas el rollo
prendió lumbre
en la sed de ésta
inquilina
ocultándose en sus
bucles,
para ser la dama
fría
de los negros ojos
lúgubres.
Tocó el turno para
Adriana
y sus rizos de verdad.
Muy confiada de
burlarla
la venció el
titubear.
La huesuda y su
guadaña
la mandaron ya sin
más
a sentarse en una
banca,
por bonita y ser
tan guay
en defensa de mi
entraña.
No quedó que suspirar
por mi suerte y
mala pata.
Aún estaba positivo
pues confiaba en
Elisa,
mi colega en el
oficio
de enseñanzas y
doctrina.
Fue su ayuda un
buen cumplido
de lealtad y buena
vibra
mas inútil, mi
destino,
fue viajar con la
Catrina
a su altar como
marido.
Eso sí, mis
compañeras,
se salvaron de la tumba.
Ellas tres son pura
neta
ellas tres son rete
chulas.
La libraron con
destreza
pues burlaron la
Huesuda.
Sentado con mi
Catrina
las veré el
siguiente año
que por ser un
“Sibarita”,
ahora juego,
solitarios.
Mi celosa concubina
no me suelta de la
mano
y me sirve mis
tequilas
pa’ escribir un
verso diario
¡Qué habrán dicho
mis amigas!
Qué dirán mis
obituarios.
Pocas veces escribo
algo para alguien que no conozca porque para poder escribir requiero de conocer
un poco a las personas, pero siempre hay una excepción a la regla, y mi hermana
me pidió una calaverita para Alguien.
Debo confesar que
esta calaverita me la facilitó tirar de una línea, que es con la que empiezo, y
se la debo a una amiga; lo demás fue llegando como llegan los versos: con
paciencia, trabajo y por supuesto con la energía de quienes sin saberlo me van
dictando cada estrofa. Eso, es una de las ventajas de ser rollero y coincidir
con amistades que nos regalan un poco de su tiempo.
III
Llegó mi día
predilecto,
el primer día de
noviembre.
Ya se aproximan
nuestros muertos
para la fiesta y el querreque.
Solo le temo a la
Catrina
que se camufla
entre la gente.
Ella es muy lista,
muy ladina,
ella nos quiere pa’
sus huestes.
Año con año, yo la
libro
pues la distraigo
con un baile:
la macarena es su
delirio
y bien que aplauden
sus falanges
así no busca con
sigilo
el buen humor
arrebatarme,
ni las ofrendas y
un buen vino;
ni alegres versos
de romance
que atenta firmo
sin prurito
con el homónimo de
Karen.
Atento estate amigo
mío
que amable escuchas
mis estrofas
—mientras mis
versos yo recito—
si larga vida es lo
que añoras
no busques más en
los cumplidos
mejor aprende a
bailar polka.
Así si viene la Catrina
por tus huesitos
para ella
aplicas bien la
quebradita
para que cruja y
haga muecas
para que cierre su
sombrilla
y no te coja de las muelas.
Recuerda bien este
consejo,
recuerda bien mi
nombre es Karen
y si llegamos a ser
viejos
se lo debemos todo
al baile.
todos los años algo de lo que se fue renace en el
imaginario individual y colectivo
todos los años quienes partieron se hacen más
presentes en el alma del que se queda
todo el tiempo parece sintetizarse en un día y los
días previos a noviembre
año con año los versos sobre la vida y la muerte
florecen se mezclan se fortalecen
unos días una vez al año el humor y la ausencia
conviven en un feliz concubinato
unos días una vez al año ese concubinato concluye
para después volver
unos días eso que nos da tanto miedo mencionar es
una fiesta de asonancias arrítmicas
y también es un regocijo de consonancias
afortunadas en el saber empírico de normas y tradiciones literarias
una época del año es un festival de flores trigo
azúcar luces morado rosas y naranja de los recuerdos en matiz sepia
es curioso cuando entiendes que la muerte siempre
es una constante y la vida una de sus variables
es curioso que un día nuestros muertos sean más
protagonistas de lo que lo fueron en vida
es extraordinario el desfile de imágenes mitos y leyendas
que aparecen justo antes de noviembre
IV
Un amigo me decía,
no discutas con los
necios
menos lo hagas de
política;
mas disfruto ese
defecto
si aparece la
delicia
de una dama con
ingenio.
Era octubre y una
chica
—ataviada de lo
oscuro—
caminando en la
avenida
despistada hacía
curvos
con su singular
sombrilla.
Con sus ojos de
barullo
—que me liaron
enseguida—
me atrapó en un
segundo,
me sonrió con
picardía.
La invité a
sentarnos juntos
y charlamos
nuestras cuitas;
después, ¡dio! Un
salto abrupto
y me habló desde
las tripas:
de políticos sin
“rumbo”;
de gobierno y
pillerías.
Enlelado con la
charla
no negué sus
“argumentos:”
¡Todo el bien de
Doña Martha!
El borolas del
empleo,
las reformas a la
alta…
afianzando este
sexenio.
Casi aplaudo su
discurso
dominado por su
rostro.
Casi caigo en su
capullo
coqueteando como
mono.
Me pare sin ser
grosero
extendiéndole la
mano,
ella río y mis
adentros
retemblaron como
mambo
pues salía del
ensueño
de su cuerpo
extenso y magro.
Cuando vio temblar
mi pecho
me ordenó muy
permisiva:
“si me escribes
unos versos
te doy chance, si
es que atinas,
a satisfacer mi
Ego.
Me presento: La
Catrina
y ya deja lo
coqueto,
ya no muestres
cobardía
anda ve que quiero
cientos.”
Desde entonces esa
flaca
es mi musa de
Noviembre
vaya siendo que mi
suerte
no amanezca una
mañana.
Ella
Cuando ella toque a
mi puerta
le recitaré el
mejor romance
que será mi último
chance
de sembrar un verso
en tierra yerta.
Partiré sin la cubierta
que este mundo me
obsequió
dando rasgos a mi
yo
conformado por
diversas máscaras
a quien la muerte
quitó sus cáscaras
y dejó sobre un
buró.
Cuando mi tiempo termine
no habrá
testamento, ni heredero
que camine mi
sendero
y con sus fulgores elimine
las escenas de un gris
cine
y fugaces mis acciones
que sembré con cien
razones,
en quien me ofreció
sin más su mano
llegando a ser un
leal hermano,
vivan ya en sus
corazones.
En la estancia del
amor
se extinguirá la
fugaz mujer
a quien como
bachiller
siempre ame, con
devoción y ardor.
La luz del primer
albor
será la estela; la vía,
de regreso a la Bahía
donde las ofrendas y
un altar
son una noche un
pequeño hogar
del cariño y su estadía.
Que decir de la
familia
de la lealtad que
hay en los otros
que transmuta y
pasa a un nosotros
y lo sella nuestra
filia.
No más noches de
vigilia
no más lluvias, ni caminos
ni el acorde de los
trinos
que conforma
humanidad y afectos
que libera en el perdón,
efectos,
y congrega los
destinos.
Todo muere y todo
nace
y cuando nacemos a
otra vida
ambos mundos tienen
su crecida,
aunque en uno, todo
yace.
Y por más que nos
aplace
y que el tiempo sea
breve
hay que fiarnos que
la nieve
deje constancia en los
tres lunarios
y así nuestro
asiento en obituarios,
sea lo eterno… sea
lo leve.
© Amarante M Matus