martes, 22 de noviembre de 2016

La fábula de los dos pendejos



Un gran trovador dice que este mundo está lleno de pendejos; y en la colonia infanavit Iztacalco existían dos ejemplares prototípicos del pendejismo.

Uno era el pendejo que siempre que tenía oportunidad, vociferaba saberlo todo, o eso es lo que él creía… es decir, el clásico pendejo sabelotodo. El otro era el pendejo ignorante. Un pendejo que en la medida de sus posibilidades y capacidad, se esforzaba por aprender algo nuevo; o por reforzar lo que se supone ya sabía o había aprendido, y que su mala memoria muchas veces le escondía en su propia conciencia, como una pequeña travesura del inconsciente. Quizás esto se debía a su forma de ser, pues nunca se tomaba las cosas muy en serio, no al menos, las que día con día le dictaba la vida.

Lo curioso de este par es que el ignorante estaba muy consciente de su ignorancia y el sabelotodo no sabía que él era también un pendejo: de una clase distinta, ¡sin duda!; de un nivel distinto, ¡por supuesto!, pero al final, con esa condición que al parecer, era “lo único” que ignoraba u obviaba. A saber.

Un día el ignorante le dijo al sabelotodo:
Ya viste que maravilla esa “Vaquita de San Antonio”

Y el otro con su cara de enfado respondió:
Como eres pendejo… esa es una “Ca-ta-ri-na”,

A lo que el ignorante reviró:
Perdón, quise decir “Mariquita”

Y el sabelotodo volvió a la carga:
Bueno, aparte de pendejo eres sordo o qué… ya te dije que se llaman CATARINAS; no eso que dices, pinche mariquita —soltando la carcajada—.

La Catarina que prestaba mucha atención a su conversación, se acercó a tan singulares personajes y le dijo sonriente al sabelotodo que no paraba de reír, burlonamente:
No te molestes, ni pretendas burlarte porque tu amigo tiene razón, me llaman de esas otras formas en Argentina y en España.

El ignorante le agradeció la aclaración y se retiró sorprendido, contento ante dicho acontecimiento (esta vez su memoria fue acertada); y el sabelotodo que se quedó discutiendo con ese pequeño ser, terminó por decir:
¡Ah sí!, pues no me importa porque estamos en México —y al terminar de decirlo, de un manotazo aplastó a la Catrina “por metiche”, según él—.

Moraleja

Un pendejo ignorante es una persona que tiene la posibilidad de crecer y sorprenderse, con lo mucho que hay por aprender. Un pendejo sabelotodo, se estanca y termina por matar las posibilidades del conocimiento en el viaje del aprendizaje.

© Amarante M Matus
23 de Noviembre de 2016
Con cariño para mi amigo “El Diablillo”

viernes, 4 de noviembre de 2016

Ya vuelven














Ya pasó la visita de este año…
y nuestros muertos, ya vuelven felices
—por esta breve pausa
en su eterna partida—.

Llegaron del Mictlán
del campo santo

también bajaron de los Cielos
como un mágico soplo
como una nube que se desvanece,
multiplicándose,
para rozar los corazones
de sus deudos, los seres más amados.














Se cierra otro ciclo
y cada mesa que vistió de cempaxúchitl
mezcal, papel picado, arroz y mole
se levanta para reaparecer
una vez más en el ocaso de las lunas
más cercanas, más próximas
a cada espíritu que cruza
por cada hogar del México profundo y misterioso
con tradición y arraigo,
en el siguiente otoño.

Se cierra el ciclo nuevamente
y la Catrina  de Rivera, la Garbancera de Posada,
regresa al cementerio a preparar
más Calaveras
con acidez, con ironías…
la chunga en cada verso.














Se van fieles difuntos
reanudan el viaje
—mas retornen—
para brindarnos su alborozo
o
tal vez, si lo prefieren,
meternos un buen susto,
que esta vida y la otra
son una comunión de luz
y oscuridad.


© Amarante M Matus 
—noviembre 2016—

* Las fotografías son de una serie llamada “La Llorona en Cuemanco” y pertenecen a los fotógrafos FotoGrafía V. Armijo y Joa Reza.