Un
gran trovador dice que este mundo está lleno de pendejos; y en la colonia
infanavit Iztacalco existían dos ejemplares prototípicos del pendejismo.
Uno
era el pendejo que siempre que tenía oportunidad, vociferaba saberlo todo, o eso
es lo que él creía… es decir, el clásico pendejo sabelotodo. El otro era el pendejo
ignorante. Un pendejo que en la medida de sus posibilidades y capacidad, se
esforzaba por aprender algo nuevo; o por reforzar lo que se supone ya sabía o
había aprendido, y que su mala memoria muchas veces le escondía en su propia
conciencia, como una pequeña travesura del inconsciente. Quizás esto se debía a
su forma de ser, pues nunca se tomaba las cosas muy en serio, no al menos, las
que día con día le dictaba la vida.
Lo
curioso de este par es que el ignorante estaba muy consciente de su ignorancia
y el sabelotodo no sabía que él era también un pendejo: de una clase distinta, ¡sin
duda!; de un nivel distinto, ¡por supuesto!, pero al final, con esa condición
que al parecer, era “lo único” que ignoraba u obviaba. A saber.
Un
día el ignorante le dijo al sabelotodo:
Ya viste
que maravilla esa “Vaquita de San Antonio”
Y
el otro con su cara de enfado respondió:
Como eres
pendejo… esa es una “Ca-ta-ri-na”,
A
lo que el ignorante reviró:
Perdón,
quise decir “Mariquita”
Y
el sabelotodo volvió a la carga:
Bueno,
aparte de pendejo eres sordo o qué… ya te dije que se llaman CATARINAS; no eso
que dices, pinche mariquita —soltando la carcajada—.
La
Catarina que prestaba mucha atención a su conversación, se acercó a tan
singulares personajes y le dijo sonriente al sabelotodo que no paraba de reír, burlonamente:
No te
molestes, ni pretendas burlarte porque tu amigo tiene razón, me llaman de esas
otras formas en Argentina y en España.
El
ignorante le agradeció la aclaración y se retiró sorprendido, contento ante
dicho acontecimiento (esta vez su memoria fue acertada); y el sabelotodo que se
quedó discutiendo con ese pequeño ser, terminó por decir:
¡Ah sí!,
pues no me importa porque estamos en México —y al terminar de decirlo, de un
manotazo aplastó a la Catrina “por metiche”, según él—.
Moraleja
Un
pendejo ignorante es una persona que tiene la posibilidad de crecer y
sorprenderse, con lo mucho que hay por aprender. Un pendejo sabelotodo, se
estanca y termina por matar las posibilidades del conocimiento en el viaje del
aprendizaje.
©
Amarante M Matus
23
de Noviembre de 2016
Con
cariño para mi amigo “El Diablillo”
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