María Félix: La creación de una estrella
María Félix nació en Sonora el 8 de abril de
1914, hija de Bernardo Félix y Josefina Güereña su verdadero nombre fue: María
de los Ángeles Félix Güereña. Desde su infancia quería ser diferente y siempre
manifestó su desinterés por ser como las demás niñas. Prefería jugar con su
hermano Pablo, con quien se generó un vínculo muy especial, ya que en su
carácter coincidían bastante. Desde muy corta edad, mostraba una fuerte
personalidad. Una ocasión fue expulsada de la escuela y tuvo que quedarse a
estudiar en casa, mostrando su naturaleza rebelde e inteligente a pesar de su
problema: era tartamuda, razón por la cual se abstenía de participar en las
conversaciones.
Bernardo Félix era un padre rígido y cuando lo
nombraron Director de la Oficina Federal de Hacienda de Guadalajara, toda la
familia se trasladó a la capital del estado.
Desde la adolescencia María lucía como una joven
muy bella y desarrollada, esto provocaba envidias a su alrededor y la relación que tenía con su
hermano ya no estaba bien vista, sobretodo por su madre, pues ya no veía con
buenos ojos sus juegos y el apego que ambos mostraban. Sin embargo, ellos
tenían mucho en común, él era para María como un ídolo y cuando su madre se
percato que aquella relación ya no era como la de dos hermanos, comenzó a separarles, hasta decidirse a enviar
a Pablo a la Cuidad de México al internado del Colegio Militar. Tiempo después
María volvió a ver a Pablo y quedo fascinada con él, pero al poco tiempo de
esta visita Pablo se suicido en el Colegio Militar. María cayó en una gran
depresión dado el significado de Pablo en su vida. Este acontecimiento marcó
especialmente su vida.
A los 16 años participó en un concurso de belleza
con los alumnos de la universidad y fue elegida reina; éste fue el primer
reconocimiento a su belleza. Meses después
conocería a quién en poco tiempo sería su marido, Enrique Álvarez,
agente de ventas de los cosméticos Max Factor hijo de una familia acomodada.
María y Enrique tuvieron un corto noviazgo. Ella pensaba que al casarse
conseguiría la libertad tan anhelada, pero al parecer sólo pasó de una cárcel a
otra. Su matrimonio desde el principio fue un desastre; su marido era un hombre
sumamente celoso y en ocasiones llegó a maltratarla. María se embarazó y esperó
con gran ilusión su único hijo: Enrique Álvarez Félix quien naciera el 6 de
abril de 1936, dos días antes de su cumpleaños.
El fracaso de su matrimonio y las infidelidades
de su marido la llevaron al divorcio. Regresó a casa de sus padres llevando al
pequeño Enrique consigo para tiempo después partir a la Ciudad de México a los
26 años.
Al llegar al D. F. se hospedó en una casa de
asistencia y consiguió trabajo como recepcionista en el consultorio médico de un cirujano
plástico quien estaba más interesado en ella como modelo que como secretaria.
Meses después, el padre de su hijo solicitaría su consentimiento para llevarse
al niño de vacaciones. Ella accedió, pero tiempo después él se negó a
devolverle al niño y por medio de influencias quiso quitarle la patria potestad
del pequeño Enrique.
En 1940 mientras miraba los escaparates de una
tienda se le acercó un hombre, el productor Fernando Palacios, quien resultara
ser su descubridor y, deslumbrado por la belleza de María le propondría trabajar
en cine.
Después de varias presentaciones en actos
públicos, su personalidad impactó tanto a actores como a productores recibiendo una invitación de los hermanos Calderón,
para representar en los Ángeles la belleza de la mujer mexicana en la
celebración de las fiestas de independencia.
A su regreso, recibió varias propuestas para
trabajar en pequeños papeles y por supuesto las rechazo. Su idea era debutar en
plan estelar.
Estuvo bajo la tutela de Palacios durante dos
años, tiempo en el que éste la preparó. Gabriel Figueroa le hizo una prueba de
fotografía que le ayudó a conseguir su primer protagónico al lado de Jorge
Negrete, en ese entonces figura reconocida en el medio artístico. Su primera
intervención en la industria fue en “El peñón de las ánimas” de Miguel
Zacarías, quien le proporcionó un entrenamiento previo. Durante meses se dedicó
a enseñarle todo lo necesario para que ella adquiriera los modales requeridos
para el cine; lo más difícil fue corregir su tartamudez y Zacarías lo
consiguió; logró que María lo controlara hablando pausadamente. Zacarías
declaro: “María es una mujer hermosísima, posee un esplendor increíble, pero
hay que quitarle la arrogancia, la
insolencia” (AGRASANCHES R., 2000: 28 ).
Jorge Negrete se negaba a compartir el estelar con
una debutante como ella y estaba abiertamente en su contra. En aquel tiempo
vivía un tórrido romance con la actriz Gloria Marín, su coestrella en una película anterior.
Juntos habían alcanzado mucho éxito y él quería volver a actuar con ella, sin
embargo, María le fue impuesta. La filmación se desarrolló en un ambiente de
mucha tensión y nadie podía imaginar que diez años después, el odio se
convertiría en amor y se consumaría en matrimonio.
La prensa, puntual para la proyección de la
reciente estrella comentaba el descubrimiento de una nueva y bella figura. Los
productores con su buen olfato y
previendo la promesa de María, el estrellato, aun sin haber terminado el rodaje
de “El peñón de las ánimas”, le ofrecieron un contrato para protagonizar
la película “María Eugenia”, acompañada de Rafael Baledón. Cuando se
estrenó “María Eugenia”, la recién llegada a las pantallas era ya una
gran estrella. En los anuncios de la película su nombre, acompañado de una foto
suya, aparecía por encima del título del filme. María de los Ángeles Félix
renunciaba a su segundo nombre y desde entonces se le conoció como María Félix.
La tercera oportunidad en el cine la tuvo con “Doña
Bárbara”, adaptación de la novela de Rómulo Gallegos. Él mismo quiso
que le diesen el papel. Doña Bárbara
era una mujer de aspecto masculino, pero muy hermosa. Erguida sobre su caballo
campeaba con sus pantalones para montar y un látigo en la mano. Se había
convertido en una devoradora de hombres implacable y resumía con pocas palabras
su opinión sobre los mismos: ¡Asco de hombres! Esta película marcó la carrera y
la vida de María Félix para siempre. Así nació la María devoradora de hombres,
la mujer sin alma, la mujer fatal. Paco Ignacio Taibo I, señala en su libro La
Doña que: “Doña Bárbara era tan María, que María era para siempre la Doña”.
Personaje e interprete se habían vuelto un solo ser. Productores y
guionistas pronto entraron en el juego e hicieron un cine para ella, para ese
personaje llamado María Félix, en gran
medida creación de sí mismo a través de un trabajo basado en la disciplina y una
férrea voluntad. Con sus desplantes resumió este fenómeno: “Mi oficio ha
sido ser guapa, pero una guapa con entendederas, para saber qué me convenía en
el cine y qué en la vida.”
El actor Tito Novaro le presentó a Agustín Lara,
el músico más popular de México. Novaro lo hizo porque era amigo de Agustín y
porque sabía lo mucho que María lo admiraba. Agustín la acompaño al estreno de “Doña
Bárbara” y elogió mucho su actuación. Luego la invitó a cenar y comenzaron
sus amores. Poco tiempo después se casaron. Pasaron su luna de miel en las
playas de Acapulco y fue cuando el genial músico, inspirado como nunca, compuso
“María Bonita”. Su canción vals fue en un himno entonado para María en
cualquier parte del mundo en que se presentara.
Era considerada por todos como una mujer dichosa.
Tenía un esposo rico y famoso que la adoraba; los directores de cine se la
disputaban como estrella de sus filmes y recibía sueldos fabulosos. Tenía una
casa bonita y cómoda, pero lo más importante para ella era haber conseguido
recuperar a su hijo con la ayuda de Agustín.
María Félix y Agustín Lara comenzaron a tener
problemas; Él le acusaba de infidelidad y comenzaba a celarla de cualquier
hombre. De sus múltiples peleas, hubo una en la cual intento asesinarla de un
tiro; para fortuna de ambos la bala no alcanzó a dar en el blanco y aunque
Agustín le pidió perdón, ella decidió dejarlo para siempre poniendo fin al
matrimonio.
Después de ese fracaso comenzó a relacionarse con
el millonario Jorge Pasquel, quien la colmó de grandes regalos además de
proponerle matrimonio. La lección la había aprendido y ella lo rechazo porque
el señor Pasquel era un tipo muy celoso. Mientras tanto, su carrera continuaba
en ascenso: causó furor con “Doña Diabla”, un papel clave en la construcción
su personalidad, en la creación del personaje.
Recibió una propuesta para filmar en España la
versión cinematográfica de la novela de Blasco Ibáñez, “Mare Nostrum”, donde
su coestrella sería el famoso actor español Fernando Rey. A su llegada a la
madre patria tuvo un gran recibimiento por parte del público. Después de “Mare
Nostrum” filmó “Una Mujer Cualquiera” también en España mientras que
en México era galardonada con su segundo
Ariel en 1949 por “Río escondido”.
Regresó a México después de haber vivido tres
años en España; su fama había crecido y por esa época conoció a Salvador Novo y
Diego Rivera. Diego le pinto un retrato al óleo donde aparecía con un traje
blanco, transparente, con los hombros descubierto y revelando su cuerpo entre
encajes. El retrato no fue muy de su agrado mas Diego estaba loco por ella. Tan
lo estaba, que llego al grado de proponerle matrimonio sin importarle que ya
estuviera casado con la pintora Frida Khalo.
Vuelve a España para filmar “La noche del
sábado”, y acepta la propuesta de trabajar en el cine italiano. Ahí conoció
al poeta francés Jean Cocteau, que escribió una historia para cine
especialmente para que ella la interpretase: “La corona Negra”. Fue la
época en que se relacionó con muchos
intelectuales.
La película que finalmente la convertiría en una
estrella de Europa sería “Mesalina”, una producción costosa después de
la segunda guerra mundial. Convertida en la figura cinematográfica mexicana más
admirada y mejor cotizada, viajó a Argentina para estelarizar el filme “La
pasión desnuda”, al lado del actor argentino Carlos Thompson, quien se
enamoró perdidamente de ella y le propuso matrimonio; ella aceptó, pero antes
de casarse se arrepintió.
Después de cuatro años de ausencia, a su llegada
México, lo que más le sorprendió fue el recibimiento con un ramo de rosas en la
mano de Jorge Negrete, quien diez años antes había sido su acérrimo enemigo. En
1952 ambas estrellas se relacionan sentimentalmente y finalmente se casan el 18
de octubre del mismo año. Se dijo que aquélla, había sido la boda del siglo.
Desde 1949 no filmaba en México. A su regreso fue
contratada para filmar “Camelia”, luego haría dos películas más junto a
Jorge Negrete: “Reportaje” y “El rapto”. Iría luego a París para filmar “La
bella Otero”. Cuando Jorge Negrete muere en los Ángeles, María regresa a
México para los funerales, y después
vuelve a París para concluir la filmación de “La bella Otero”. En
Europa también Filmó con Jean Renoir “French Can Can” donde uno de sus
coestrellas fue Jean Gabin. Además, filmó al lado de Yves Montand “Los
héroes están fatigados”.
Después regresaría a México para filmar, “La escondida”, junto a la única figura
que nunca podría opacar en la pantalla: Pedro Armendáriz. Fue en esa época que
llegó a su vida el banquero Alex Berger, un hombre culto con quien se casó el
22 de diciembre de 1956 y regresó nuevamente a París. Lo relevante de su
relación con Alex, fue el hecho de que él le permitió continuar en el cine,
respetaba mucho su carrera y ella compartía con él sus éxitos. Después de
casarse con Alex filmó, “Flor de mayo”, del novelista Vicente Blasco
Ibáñez; y filmó con el actor norteamericano Jack Palace.
Con Pedro Infante protagonizó “Tizoc”
antes de que éste muriera trágicamente en un accidente aéreo. Cuando la
llamaron a filmar “La cucaracha”, pidió que Dolores Del Río fuese su coprotagonista.
En el elenco también estuvieron Emilio “EL
Indio” Fernández y Pedro Armendáriz. Tiempo después filmó “Miércoles de
ceniza” junto a Arturo de Córdoba; la cinta fue un éxito. Con Luis Buñuel
filmó la cinta franco americana “Los ambiciosos”; el protagonista
masculino fue el francés Gérard Phillipe. En ésta cinta su personaje era de una
gran crueldad y el choque de temperamentos de los actores era muy evidente en
la película.
María destacó en la industria cinematográfica
nacional, latinoamericana y europea, pero siempre se negó a participar en la
meca del cine norteamericano. Su primer desnudo lo hizo a la edad de 49 años en
la cinta “Amor y sexo”.
Siempre llevó una buena relación con su hijo
Enrique Álvarez Félix, quien se graduó en la carrera de ciencias políticas,
pero luego decidió seguir los pasos de su madre y convertirse en un actor
destacado, consiguiéndolo.
Tras 18 años de matrimonio, murió su esposo Alex
Berger en 1974 y al poco tiempo también su madre. Después de estas pérdidas
sufrió una fuerte depresión.
La última cinta que protagonizó antes de
retirarse fue “La genérala”. Luego decidió dedicarse al cuidado de la
cuadrilla de caballos que su marido le había heredado. Tres años después su
amigo Miguel Alemán Velasco, le pidió trabajar en “La constitución”, una
novela histórica.
A los 67 años conoció a Antoine Tzapoff, un
pintor francés 29 años menor que ella. La diferencia de edades no fue un
impedimento para que se estableciera una relación de 18 años, que culminaría
con la muerte de ella.
Murió el 8 de abril de 2002, día de su cumpleaños
número 88, de un paro cardiaco mientras dormía. La noticia conmocionó al mundo.
Su pueblo le lloró y le acompañó en su último adiós. Los mexicanos se despedían
de la última diva que tuvo el cine de la denominada época de oro.
María Félix logró consolidar la personalidad que
caracterizó al personaje en que se convirtió a partir de la cinta “Doña Bárbara”
(1943) de Fernando de Fuentes. Su vida tuvo un cambio radical, al punto de
vetar una personalidad propia para dar paso al mito que construyó alrededor
suyo. La cinta es una historia de Rómulo Gallegos y lo más notorio de la
película es la voluntad femenina que muestra la protagonista: “Lo memorable es la masculinización del
temple femenino. Más que un personaje excepcional, Doña Bárbara es para María
la clave del quebrantamiento del machismo de la industria, que inmoviliza a las
presencias femeninas en razón de la
inferioridad de su sexo” (MONSIVÁIS C., 2002: 72).
En la mayoría de sus películas María representó a
la mujer fatal, fría y calculadora: “La mujer sin alma” (1943, de
Fernando de Fuentes), “Amok” (1944, de Antonio Momplet), “Vértigo”
(1945, de Antonio Momplet), “La devoradora” (1946, de Fernando de
Fuentes), “La mujer de todos” (1946, de Julio Bracho), “Que Dios me
perdone” (1947, de Tito Davison) y “La diosa arrodillada” (1947, de
Roberto Gabaldón). En estas cintas, a su disposición tendrá una serie de
hombres sometidos a su voluntad; y aunque esté condenada al amor, a la soledad
o al final trágico, la única opción para su destino parece ser el castigo
pagado con el fracaso existencial por su actitud hacia la vida como mujer
altanera y rebelde.
En “La mujer sin alma”, María se queda
sola, aislada por su falta de escrúpulos; en “Amok” muere en un intento
de aborto; en “Vértigo”, asesina a su amante; en “La devoradora”,
el amante la mata de un tiro el día que ella se casa por interés; en “La
mujer de todos”, la soledad es la recompensa de su traición; en “La
diosa arrodillada”, el amante (Arturo de Córdoba) se suicida.
Durante su periodo de filmación en España,
Francia, Italia y Argentina, periodo que comprendió de 1948 a 1952, sus
películas fueron algo mediocres. Se considera que fue la etapa más pesarosa de
su filmografía y “si en rigor nunca es actriz, en sus películas en el
extranjero apenas resalta su presencia” (MONSIVÁIS C, 2002: 74).
Ismael Rodríguez en 1959 con “La cucaracha”,
tuvo la oportunidad de reunir a cuatro de las grandes mitologías del cine
mexicano: María Félix, Dolores del Río, Pedro Armendáriz y Emilio “El Indio” Fernández. Esta cinta le
permitió a los personajes interpretados por María y Dolores, pero especialmente
a la primera, trabajar y explotar el tema de la revolución
haciendo resaltar la participación de la mujer presente en aquella época en la
figura de la soldadera. A partir de
ésta y de una serie de películas en las que participa, la figura de la soldadera se vuelve imprescindible, como
lo demuestran las cintas: “Juana Gallo” (1961, de Miguel Zacarías), “La
bandida” (1963, de Roberto Rodríguez), “La valentina” (1966, de
Rogelio A. González) y “La genérala” (1970, de Juan Ibáñez). “La Doña es la caudilla inolvidable por
el rostro, inaccesible por el énfasis viril. El levantamiento de cejas es el
preámbulo de la tormenta, y la voz grave le confiere a frases simples el aire
de sentencia inapelable” (MONSIVÁIS C., 2002: 75).
Las últimas cintas que filmo fueron: “Si yo
fuera millonario” (1962, de Julián Soler) y
“De amor y sexo” (1963, de Luis Alcoriza). El mito de La Doña
se mantiene hasta su retiro, más de la personalidad forjada a golpes de
oportunidad e inteligencia, que de una plataforma cinematográfica respaldada
por cintas como “Enamorada” o “Río escondido”, que fueron más una
excepción que la regla en su carrera, ambas de Emilio Fernández.
La vida de María Félix a los años siguientes de
su retiro, transcurre entre homenajes, relaciones sociales con gente de poder e
intelectuales y opiniones que suscitan a la crítica. El único momento
reconocido del quebranto de su personalidad fue el que llegó con la muerte de
su único hijo, Enrique Álvarez Félix.
-AGRASÁNCHEZ,
Rogelio Jr., Miguel Zacarías, creador de estrellas, Universidad de
Guadalajara, México, 2000.
-
MONSIVÁIS C., “Nadie podrá inspirar lo que tu inspiras”, Proceso, 14-04-02
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