Mariana
Ya no eres esa niña que dormía
sobre mis piernas, de regreso a casa
del viejo sabio. Ya no eres bahía
donde encallar mi mano, torpe y rasa.
Ya no gozo tu luz de hechicería
porque hace rato eres tú la brasa
del aroma en tu nuevo hogar, el día,
empeño del futuro, cal y asa.
Hoy que te sé y te veo más mujer
—mi hermana, mi flaquita recia y chula—,
me enorgulleces corazón de tul.
Soy feliz de mirar como tu ser
ha cruzado la línea que triangula
la concreción de tu desvelo azul.
© Amarante M Matus
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