Un año y medio fui tu profesor
y por vicisitudes de la vida
anunció una mañana la embestida:
el cese de funciones, sin pudor.
Dejé tu grupo y otros ¡Vaya horror!
Ahora puedo hablar de vez en cuando
contigo y otros más, crear pensando,
en el receso o de salida, un verso.
Cualquier motivo traza un universo
y toda petición, no importa el bando.
Una solicitud me dio un motivo
para pintar con ritmo algún paisaje
de cuánto me ha pesado este equipaje
cuando después me fui a tomar mi olivo.
Entonces recordé lo sustantivo
como un útil docente de español,
que todo es juego, todo es basquetbol.
Que mientras siga en el partido: Soy.
Que a donde vayan hoy mis dudas: voy.
Que cuando cae el día, sale el sol.
También el tiempo ha sido un fiel aliado
porque la paz que da la claridad
ha puesto un tono mate a mi verdad
y a los minutos, un cristal callado.
En él me miro con sosiego alado
para reconocerme sin temor.
En él, me reconozco como autor
de cierta narrativa resiliente
que premia a quien aprende y es consciente
de sus resabios, límites y ardor.
Para un docente la enseñanza es todo
y sus alumnos, la razón de ser
para asombrarse cada día… ver
cómo el futuro está, de cierto modo,
tejiéndose entre ellos codo a codo.
En el ir y venir de la instrucción
se crea un vínculo con la pasión
para tender un puente que nos guía
no sin tropiezos y sabiduría
no sin la vehemencia en un salón.
Y cosa aparte, debo de insistir
en una fórmula sencilla y clara:
ustedes y nosotros somos para
muchos: el rostro, voz del porvenir…
pero el protagonista… el emir
en la aventura del conocimiento
sin duda alguna eres tú. No miento
cuando repito que me enorgullece
compartir un lugar donde se crece
con un plumón en presto movimiento:
el de decenas, cientos de estudiantes
como Ricardo, Arantza y Carolina,
también Mayte, Antonella, Aldo y Paulina…
y la lista prosigue, no sin antes
decirles que me guardo los instantes
que cada uno me brindó. Recreos,
salones, libros, dudas y meneos…
todo queda a resguardo en una aurora
del ciclo que concluye sin demora.
Un año más de ustedes y escarceos.
© Amarante M Matus
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