Martin
Stranka
(And Then
I Found Him)
Me gustaba visitar el panteón una vez al año. No en su primavera
a pleno inicio de noviembre sino pasada su veintena.
Una pausa para un ramo de flores y varios metros por delante. Llegando al punto de mi cita, colocaba mi ofrenda sobre la tumba y empezaba mi monólogo en silencio. Me gustaba la paz del lugar, el rumor de aquellas solitarias tardes y ese ritual que había heredado de mi madre.
Hoy me escolta una procesión de personas, en realidad pocas y creo conocer a todas. Me acompañan a lo que denomino mi mudanza al nuevo hogar.
Viajo ligero, apenas con lo puesto.
Una pausa para un ramo de flores y varios metros por delante. Llegando al punto de mi cita, colocaba mi ofrenda sobre la tumba y empezaba mi monólogo en silencio. Me gustaba la paz del lugar, el rumor de aquellas solitarias tardes y ese ritual que había heredado de mi madre.
Hoy me escolta una procesión de personas, en realidad pocas y creo conocer a todas. Me acompañan a lo que denomino mi mudanza al nuevo hogar.
Viajo ligero, apenas con lo puesto.
A veces frio, a veces demasiado silencio, de repente el cantar de los pajaros, la musica del viento, todo es mas tranquilo en la casa nueva, todo es paz, si paz!!!
ResponderEliminarLa paz de la ausencia definitiva de un plano físico, material. La paz de los cuerpos que vuelven a la tierra y se consumen con ella.
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ResponderEliminarComentario de Isaías Medina López en la entrada de la comunidad "Lectores y escritores aficionados."
Se nota el oficio del escritor. Muy buena su prosa. Saludos desde Cojedes, Venezuela
ResponderEliminarComentario de Alba Díaz:
hermoso, si, muy conmovedor!!!! gracias por compartir!!!!!!