Tenían tiempo de
no pasear; años de no conocerse y conocer a alguien. Un día ella salió a caminar
por el parque, se descalzó y dejó que la textura de aquella accidentada
alfombra llena de colorido y vida le hiciera cosquillas en las plantas.
Él caminaba por la acera y ya traía cientos de metros en el
registro de sus mocasines. Quería despejarse, olvidar la presión del trabajo.
Por inercia se dirigió hacia una banca de aquel parque cuando el guiño de
aquellos pies desnudos llamo la atención de las suelas cansadas pero alertas de
sus cómodos zapatos.
Una corriente eléctrica en ambas direcciones subió por sus
extremidades, hasta disparar una sonrisa que culminó con rumbo a la fortuna
compartida de ese encuentro. La dicha de caminar acompañados por la ruta de la
esperanza, nació ese día.
Hola Gonzalo...Que bello e inusual encuentro...me he relajado mucho al leerlo...he caminado descalza en ese parque y me he sentido maravillosamente bien,un gran abrazo :) Tu pluma estupenda como siempre :)
ResponderEliminarMari, siempre tan amable y tan generosa con tus lecturas. Muy agradecido por ello querida amiga.
EliminarAmarantes saludos
Encuentro silencioso y deseado... y es que si no se encuentran nada habrían caminado. Precioso Gonzalo.
ResponderEliminarUn abrazo
Muy hermoso este comentario que me has regalado Marybel, te lo agradezco mucho.
EliminarTe mando un abrazo trasatlántico.
Hola Cesar Augusto, gracias por tu tiempo y por dejar tu huella escrita en este relato. Me alegra muchísimo la manera en cómo lo has leído.
ResponderEliminarNuevamente gracias y un abrazo.
Sube la sensación desde los pies a la ventana de una sonrisa cómplice. Curioso relato, me gusta. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias María José.
EliminarOtro abrazo.
Ya ves con qué poco, se abre un mundo de sugerencia.
ResponderEliminarUn detalle:
se descalzó y dejó que la textura de aquella accidentada alfombra llena de colorido y vida le hiciera cosquillas en las plantas y sus empeines.(sic)
Las plantas no tienen empeines, así que esa frase está mal sintácticamente.
se descalzó y dejó que la textura de aquella accidentada alfombra llena de colorido y vida le hiciera cosquillas en las plantas y empeines de los pies.
(Es más, yo eliminaría "empeines" porque al ser una alfombra de césped, mal puede cosquilleárselos a medida que va pisando.
Por lo demás me gustó, es hermoso lo del tipo de los mocasines de suelas cansadas. Podría ser el título de un poema: El tipo de los mocasines cansados. (ríome).
Comparto por ahí, Gonzalo.
Namasté.
Muchas gracias Morgana, ya tomé nota.
EliminarUn beso poeta hermosa.
Comentarios en Ultraversalia:
ResponderEliminarGavrí Akhenazi
A mí me parece una prosa sumamente sana. Sana conceptualmente.
Tiene ese optimismo natural de la esperanza y es lo que rescato entero de ella, aunque en el aspecto narrativo haya dos o tres cosas que ajustar, que no son tantas y además son simples.
Pero me gusta la sanidad que se desprende de tus palabras. La apuesta a futuro siempre tendrá su magia, digo yo
Silvana Pressacco
Bellas casualidades, no? Quise comentar también en el blog pero no pude, no me dejo. Saludos
Mariví González
Un texto encantador, Gonzalo Reyes, fresco, dulce, esperanzador.
Me encantó.
Un beso.
Ayla Michelle
Me gusta la frescura del texto. Los pies es una parte muy importante de la persona, y aún más, los andares. A mí cuando me preguntan en qué me fijo de un hombre, siempre digo: La mirada y los andares.
Además según mi padre, en lo único que me parecía a él, es en los pies. Este verano, también me lo dijo mi tía (la hermana de mi padre) cuando estábamos las dos con los pies sobre la arena.
Así que el texto me resultó evocador.
Saludos.
Eva Lucía Armas
Gonzalo Reyes Me dio ternura el texto. Es bueno encontrarse en un mundo donde tantos pasos están solos.
Besote
Qué delicia, me sentí refrescada con sólo imaginar esa caminata por el pasto.
ResponderEliminarEse encuentro, que comenzó entre unos pies cansados y calzados y otros desnudos y alegres, me pareció encantador.
En una situación tan breve, lograste plantear dos personajes muy visibles.
Saludos, Gonzalo.
Mirella S. te agradezco mucho el comentario y las bellas formas que hay en él. Me emociona como lo has planteado y de particular modo, reseñado.
EliminarUn abrazo Mirella.
Hola soy Luna. Esos paseos son los senderos que recorremos sin tanto pensar ni planeando que encontrar, son espontáneos, de la misma manera que crece la hierba, se eleva un árbol en su crecimiento o se nos mueve el pelo, cuando la brisa lo decide. Dos seres solo tienen que existir y entre ellos, nacer un "paseo" que valga la pena transitar juntos. Muchos lo consiguen, muchos no, pero, no por eso, deja de existir la intención, así sea tácita, de quitarse los zapatos y sentir el césped, mirar a los lados, encontrarse con unas pupilas... Bello, Gonzalo, lo siento como un canto a la esperanza de los posible, aún, cuando hayamos andado por grama seca. Saludos Luna
ResponderEliminarJusto es eso Luna, la esperanza, no sólo del encuentro sino de la permanencia.
EliminarLa esperanza mediando, latente, con sus aires de sorpresa y presentes siempre.
Como siempre, agradecido y alegre de encontrarte por aquí.
Besos Luna.