Llego el día que a él la caprichosa memoria le jugó malvadas
bromas. Se le escondía por rincones oscuros martirizando su alma.
Ella siempre estuvo ahí para reconfortarlo y decirle con un tierno abrazo: no te angusties, yo soy tus recuerdos… yo soy tu luz cuando el olvido te visita.
Ella siempre estuvo ahí para reconfortarlo y decirle con un tierno abrazo: no te angusties, yo soy tus recuerdos… yo soy tu luz cuando el olvido te visita.
Qué bonito compañero. Me has recordado una décima del gran Indio Naborí. Aunque la enfermedad no es la misma, en sus caso fue la ceguera, como a Borges, pero le escribió esto a su mujer:
ResponderEliminarNo hay iris. Se difumina
el color de las violetas
y convivo con siluetas
en un mundo de neblina.
Una mujer me encamina
y de guijarros y abrojos
va librando mis pies flojos...
¡Ay, quién me diría que
los ojos que ayer canté
hoy fueran mis propios ojos!
Abrazo.
Muchas gracias Ovidio, la desconocía. Así pasa en la vida y con las enfermedades, nos ligan más a las compañeras o compañeros de vida. Porque ambos estamos expuestos a las enfermedades en la pareja con la edad y llegado el momento, los lazos se afianzan y no queda sino apoyarnos y continuar acompañando.
EliminarGracias por la visita y las décimas.
Un abrazo.
Esa memoria de las jugarretas. Cómo nos tratará cuando nos hagamos viejos, si es que por aquí seguimos.
ResponderEliminarAbrazo Gonzalo.
Pues espero que bien Gildardo porque de otra manera en mis horas de lucidez aplicaré la de Pedro Armendáriz.
EliminarGracias por pasar amigo, un saludo.
Hay veces que se ahoga la memoria y nos hace falta alguien que nos haga el camino. Me gustó, compañero.
ResponderEliminarQue bien Carlos, no son fáciles los micros y en un principio los intentaba mucho.
EliminarLos tengo abandonados pero quise desempolvar este, que en esencia habla de la enfermedad y el amor.
Gracias por pasar.
Esa es la esencia del amor, amigo mío, dejar el poder de poner el nombre a las cosas y nombrarlas tal cual fueron siempre para que, simplemente, sigan siéndolo.
ResponderEliminarDirecto, preciso, exacto estuviste esta vez.
Gracias Luis, un honor que me visites por aquí,
EliminarUn saludo.
Tristísimo y dulce, Gonza... no sé si el que tiene la enfermedad sufre ese no estar, si se da cuenta, pero quien está a su lado y lo acompaña, debe hacerse fuerte y paciente y recordar por los dos.
ResponderEliminarMe llegó mucho y lo comparto.
Besos.
(Esperemos no tener que aplicar el método Armendáriz...)
Gracias por aportar tu reflexión Mirella y también por compartir este micro.
EliminarUn abrazo y besos.
Con mi esposo estamos proximos a cumplir cuarenta y cuatro años de matrimonio. Ya comenzaron los achaques, a mi se me olvida donde pongo las cosas, y no hay hueso que no me duela, mi esposo también tiene muchas nanas.
ResponderEliminarTodavía podemos valernos por nosotros mismos y sabemos que mientras estemos los dos, el que esté mejor se va a ocupar con mucho amor por el otro. El problema va a ser cuando falte uno de nosotros. El solo pensarlo me perturba.
Gracias Virginia, esperemos que aún con los achaques y las nanas los años de compañía y amor sean muchos.
EliminarUn cordial saludo y mi agradecimiento por compartir tu experiencia por aquí.
Triste e inevitable en algunos casos. Creo que el que lo padece vive desconcertado, tengo familiares cercanos. Hasta se enojan por estar rodeados de desconocidos para ellos. La peor parte es su familia que no lo olvida pero que ve como se aleja de alguna manera a su otromundo. Hay que tener mucho amor y paciencia porque llega un tiempo que tienen que presentarse todos los dias y no siempre se logra el acercamiento del día anterior.
ResponderEliminarLamentable realidad.
saludos
Paciencia y amor son la base en la entereza y fortaleza que nos dan para apoyar a nuestros seres amados, Silvana, con ésta y otras enfermedades.
EliminarGracias por pasar y dejar tu comentario.
Abrazos compañera.
Ternura. Esa es la palabra exacta. Me encanta como escribís, Gonzalo. Tenés ese arte de transmitir tanto en taequeño escrito. Abrazo!
ResponderEliminarYo te agradezco las palabras Ignacio. Me emociona lo que dices y feliz por la valoración que haces de este micro.
EliminarUn abrazo compañero.
Cruel enfermedad esta del olvido para el que la padece y el que le acompaña.
ResponderEliminarEmotivo, tierno y sobre todo, triste.
Un abrazo, Gonzalo.
Hola hermosa Mabel, mil gracias por esta visita y por tus huellas.
EliminarUn abrazo y no seguimos la pista.
Besos.
Luis García Centoria
ResponderEliminarEsa es la esencia del amor, amigo mío, dejar el poder de poner el nombre a las cosas y nombrarlas tal cual fueron siempre para que, simplemente, sigan siéndolo.
directo, preciso, exacto estuviste esta vez.
Rosario Vecino
Precioso y necesario, recrear esos lugares tan ahí y tan solitarios, ojalá a todos los estafados por la memoria les llegara ese consuelo Gonzalo, abrazote compañero.
Mirella S.
Con este micro lograste emocionarme; me puse a reflexionar sobre la poca paciencia (y el miedo) que a muchos les produce la enfermedad de alguien cercano.
Besos.
Marivi González
Cómo me ha emocionado este micro Gonzalo, qué bien plasmas esa realidad tan triste. Me parece un texto claro, expresivo y muy bello. Y con toda la fuerza del amor. Me encantó.
Un beso.