Hay un pequeño
rincón de mi cueva donde la oscuridad deja de ser tal gracias a una familia, de
las muchas que hoy la habitan: mis canicas las agüitas. Todavía intento
adivinar cómo es que ellas y varios inquilinos más han llegado hasta ahí. Hasta
dónde mis recuerdos alcanzan nunca las traje conmigo, ni para jugar ni para que
se paseen por ella. Creo un día, que seguramente estaba muy agotado, me
siguieron, me conocen bien, adivinaban que habría días que no sólo las
extrañaría sino las necesitaría y me ayudarían como invariablemente lo han
hecho. Y así sucede con algunos convidados más que han llegado hasta la paz de
mi escondite.
El asunto es que su
intuición es buena. Ellas saben justo el momento que más requiero me regalen de
sus entrañables y vagabundos colores. Cuando acechan a la entrada suelo patinar
¡Ese es nuestro código! Patino sobre ellas y van encendiéndose conforme avanzo.
La luz empieza a correr desde mis pies haciendo traslucir mis extremidades como
si fueran mis viejos pantalones muy desgastados, lustrados por el uso. Sutilmente,
dejan ver algo de su contenido como radiografía que intenta localizar alguna
lesión. El pudor se pierde en ese lento viaje y la timidez se cuelga de él,
ambos van por un helado a la nevera o en otras ocasiones se pierden por algún
recodo de esa cueva que misteriosamente crece.
Tenues y pardas
luces me hacen cosquillas en las plantas del pie. Luego súbitamente intensos
ocres suben y se detienen abruptamente en el pecho. Matices jades se encienden.
Es entonces cuando puedo inclinar la cabeza y miro a mi corazón reír felizmente
porque en ese baño de luz de mis agüitas ha recuperado su alegría; en ese baño
de colorido ha rescatado la vida que irresponsablemente había confiado a otra.
Lentamente siento como me voy apagando y la luz que se cuela por mi ventana me
dice que ya debo ir preparando el baño.
Otro día ha
llegado.
Las canicas coloridas y su compania, muy original, y la canción super-romántica. Abrazos Gonzalo
ResponderEliminarGracias como siempre Alejandra por tus palabras y sí, este hombre tiene canciones muy románticas. Es altamente recomendable.
EliminarUn gran abrazo.
Las canicas son las que nos marca la diferencia con los demás. Original metáfora. Que nunca pierdan su color!!!
ResponderEliminarAsí sea Marybel. Gracias por tomarte el tiempo de leer este relato y por el buen deseo para el destino de las protagonistas de la metáfora.
EliminarAbrazos.
Isaías:
ResponderEliminarUna personalización que apreciamos:
"Ellas saben justo el momento que más requiero me regalen de sus entrañables y vagabundos colores".
Me gustó mucho este texto tuyo.
Un abrazo fraterno